Mi
queridísimo José Mary:
Hace un par de horas ha entrado Don Juan Antonio en mi despacho para darme
una lamentable noticia. Me quedé muda, helada. Lo primero que he hecho,
hemos hecho, ha sido bajar a la Capilla. Te ha aplicado la misa y juntos
hemos rezado por ti.
Llevaba muchos días pensando en ti de una manera muy especial y me
embargaba una profunda tristeza que no sabía definir, no me explicaba el
por qué de ella. ¿Es que acaso estaba presintiendo este momento? ¡Cuantas
veces, con tu tono divertido, me llamabas bruja!
En mi tierra se dice “Dios nos libre del día de las alabanzas”. Pero
no son alabanzas las que voy a lanzar. En estos momentos, en el silencio de
mi soledad, quiero pensar en alto contigo, a tu lado, en esta noche larga
para los que nos quedamos aquí y que resulta imposible expresar con
palabras.
Tú has emprendido tu último viaje hacia el Padre. Te has decidido a
“dormir el sueño eterno” en el regazo de nuestro buen Dios. Has
querido embriagarte con el dulce sabor de una Vida nueva que ya no tiene
fin. Has deseado saborear la copa de la verdadera Felicidad. Tus amigos
nos quedamos muy tristes como humanos, pero esperanzados como creyentes.
Yo, aquí estoy con un sin fin de recuerdos agolpados en lo más profundo
de mi alma y que afloran como
ecos lejanos, que se van acercando para no dejar de decirte: GRACIAS, JOSE
MARY por todo lo que me enseñaste y me diste espiritualmente para que mi
alma se engrandeciera un poco.
No he olvidado ni quiero olvidar cómo y cuánto trabajaste por todos y cada
uno de nosotros, los más lejanos, pero que tan cerca estábamos en tu corazón,
los de los Centros olvidados, los marginados, los que teníamos muchas
dificultades y tú nos estimulabas para seguir adelante con tu buen hacer y
tu buen humor. ¡ Cuántas veces alzabas tu voz ¡ ¡ Cuánta importancia tenían
para ti los hermanos de los Centros! ¡Cuánto luchaste por nosotros!
Hoy has alcanzado tu merecida recompensa y nos dejas la hermosa estela de
tu vida y de tu constante trabajo por los demás.
Me quedo sin palabras José Mary. Solamente puedo decirte muchas gracias y un beso muy grande.
María José
|